¿Como se trabaja en Diafreoterapia?

Antes de iniciar el trabajo corporal propiamente dicho, procedemos a una lectura corporal detallada, ya que sabemos que es insuficiente observar a una persona de pie y en cuadrúpedo para comprender la dinámica de su funcionamiento muscular.

En conformidad a las leyes de F. Mézières, estiramos las cadenas musculares acortadas, teniendo en cuenta las compensaciones que se manifiesten en consecuencia del alargamiento de la musculatura contraída. Al ceder la tensión muscular, el cuerpo puede empezar a vibrar, teniendo la persona diferentes reacciones neurovegetativas, reacciones que corresponden al sentimiento que en su día quedó anestesiado por las endorfinas. Es posible que los temblores del cuerpo se vayan transformando en lo que llamo movimientos espontáneos, expresando el cuerpo en un gesto repetitivo la acción que no pudo hacer la persona en una situación determinada. También puede darse el caso, que al soltarse la tensión muscular, la persona recupere con cierta facilidad imágenes y recuerdos referidos a lo que en su día vivió como una situación traumática.

A partir de entonces, la persona se da cuenta que el modelo integrado, y desde el cual actuaba hasta ahora, ya no le sirve. Se siente vulnerable y por ello suele pedir consejo, respecto a como resolver en el presente una situación conflictiva de tipo similar.

En Diafreo no damos consejos, porque sabemos que lo que toca y lo que no toca, lo que debe o no debe hacerse, proviene de afuera y poco tiene que ver con lo auténtico, lo propio. En cambio ayudaremos a la persona para que se atreva a imaginar una nueva forma de actuar que esté en coherencia con su ser.

El proceso propuesto en Diafreo es él de la introspección. Ayudamos a que la persona pueda volver a conectar con lo que siente y confiar en ello, aunque sea subjetivo. Esto produce en un primer plazo un conflicto entre lo que siente (ser) y lo que piensa (deber). La espontaneidad tuvo que ceder parte de su terreno a la lógica, facultad que en este caso ya no puede tener en cuenta lo que uno siente, para así garantizar la supervivencia. “Logos”, la lógica, se eleva por encima del cuerpo, creando una relación de superioridad e inferioridad entre mente y cuerpo. El pensamiento lineal y la voluntad se apoderan en gran parte de uno mismo, dirigiendo la vida en detrimiento del ser.

No se trata de una metodología que actúa sobre síntomas o enfermedades concretas, bien sean físicas o psíquicas. Sabemos que tal enfoque es de poca eficacia, porque la causa, el origen, de un síntoma casi nunca se encuentra en el lugar del síntoma.

En Diafreo, el contacto de nuestras manos con el cuerpo de la persona, ocupa un espacio muy importante. Las manos sirven por una parte, para relajar las zonas doloridas, y por otra, este contacto ayuda a contener, dar un límite corporal, “una piel”, a una parte física con poca conciencia corporal.

La finalidad de la Diafreo es acercar el cuerpo a su forma sana, forma que correspondería al número de oro, número que rige todos los procesos de armonía universal. Como Mézières dijo: “La forma condiciona la función”, por lo tanto, una persona con la musculatura desarrollada y flexible, con formas suaves, con una capacidad respiratoria amplia, la cual se deja modular y adaptar según las circunstancias, será también una persona saludable, flexible en sus pensamientos, con capacidad de sentir, identificar sus emociones y expresarlas. Se relacionará con la vida y los demás, actuando diferenciadamente, sin quedar fijada en patrones de comportamiento.